ESCOGER COLEGIO PARA NUESTROS HIJOS, ¿ELECCIÓN O IMPOSICIÓN?

Pensar en la educación de nuestros hijos, así como la elección de colegio, implica posicionarnos, seleccionar y decidir.

Posicionarnos y sobre todo ser plenamente conscientes del papel y de la gran responsabilidad que supone nuestra elección.

Para nuestra desgracia, venimos con una pesada carga heredada, que es la mentalidad en la que hemos sido educados y en la que nos hemos acostumbrado y por supuesto también interiorizado a asumir la injerencia de la autoridad en este caso representada por el sistema educativo imperante.

Estoy convencida que a los que nos representan políticamente y después deciden las leyes educativas, les es más cómodo que los padres no pensemos y así de esa forma incapacitarnos para detectar o contrarrestar cuando fuese necesario las prácticas no educativas que sufren nuestros hijos; y no sólo eso, al no pensar, nos mantenemos impotentes cuando deciden enviar a los hijos a un colegio que no queremos o que no está en la línea de nuestras convicciones ideológicas o nuestros valores.

En el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se dice que:

• Toda persona tiene derecho a la educación y que esta debe ser gratuita.
• La educación tendrá por objeto, el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento de los derechos humanos y a las libertades fundamentales.
• Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.

Ante todo lo expuesto ¿dónde queda el protagonismo real de los padres?

Quiero compartir mi propia experiencia, la que hemos vivido en casa y en la que el principal protagonista ha sido mi hijo.

Con 11 años este en el que está actualmente es su tercer centro educativo (y espero que sea el definitivo), el primero quebró con el inicio de la crisis dado que era una cooperativa y el segundo os explico más adelante el porqué decidimos cambiarle.

Hay algo que siempre hemos tenido claro y es la importancia que le hemos dado a tener una coherencia educativa entre casa – colegio y sobre todo el pensar que no firmaba ningún contrato y que el principal radar para saber si la decisión había sido acertada o no, era el estado de satisfacción de mi hijo.

Pues bien, durante aproximadamente dos cursos de primaria, mi hijo sufrió violencia verbal, pero no estoy hablando de que le pasara en exclusiva a él, ¡no!, era la tónica general en el colegio, tardamos en averiguarlo ya que contaba poco en casa y cuando lo hacía y yo compartía mis inquietudes y disconformidad con otros padres o profesores, siempre recibía la misma respuesta “son cosas de niños”.


Hartos de ver la pasividad y ceguera de la comunidad educativa, decidimos volver a cambiarle de centro no sin antes enviar un mensaje tanto a padres como a profesores.

Hay tres aspectos en la educación de mi hijo que me inquietan profundamente. El primero es que se haga mayor antes de tiempo, que se picardee o que sucumba a prejuzgar como garantía para la socialización. En estos últimos tiempos he debido explicarle lo que son las etiquetas sociales, lo que implican, sus consecuencias y lo difícil que resulta librarte de una, por mucho que lo intentes. He debido explicarle también porqué hay personas que son líderes naturales por méritos propios y sin aderezos y porque hay otros que necesitan una representación artística (una madre por ejemplo) que catapulte socialmente todos sus logros. También he debido explicarle porque hay madres que eligen a las amistades y ellas eligen a los invitados a fiestas y eventos varios en función de la afinidad con otras madres, sin tener en cuenta la opinión del hijo, incluso a veces manipulando. Mi segunda inquietud va dirigida a que dado mi convencimiento de que todos los niños tienen derecho a ser diferentes, me despierta frustración observar como los talentos de mi hijo son ignorados y sus debilidades recordadas con notas en la agenda escolar y toques de atención sin ninguna intención pedagógica. Es un excelente pintor y un excelente deportista y en ninguna de esas ramas le avivan la pasión, por otro lado tiene dificultades en gestionar sus emociones, de manera que necesita dedicación a su inteligencia intra e interpersonal, pero aparte de constantes desaprobaciones no observo mucho interés por parte del colegio de cambiar esta circunstancia. Mi tercera inquietud va encaminada a averiguar si fue primero el huevo o la gallina; me explico, ya he tenido varias tutorías informándome del comportamiento rebelde y poco sumiso de mi hijo e ingenua de mí, me hicieron creer que en cierto modo algunas actuaciones inapropiadas de los profesores eran consecuencia de la actitud de mi hijo, pero yo me pregunto ¿cuál debe ser la actitud de mi hijo que observa cómo algunos de sus profesores llama negro de mierda a un compañero, otro le explica la diferencia entre niňo y niñato, otro le manda a tomar por culo, otro le coge del brazo zarandeándole para sacarle de clase, otro les hace repetir callado, quieto y bien sentado ???? Es que nos hemos vuelto locos??? Lo que yo no alcanzo a comprender es como los niños no se han amotinado ya, bueno si, si lo sé, tienen más dignidad que los adultos”.


La rabia y frustración generada por esta experiencia ha dado paso a una profunda satisfacción que se traduce en la mirada de confianza de mi hijo hacia sus profesores y hacia nosotros.

Así pues os animo a realizar una búsqueda responsable y consciente que repercuta de manera positiva en la vida de toda la familia y sobre todo en vuestros hijos que son los protagonistas de esta aventura.

No dejarse llevar por la inercia de los comentarios de la calle o la publicidad, comenzar por los criterios de admisión, visitar centros, hacer entrevistas y jornadas de puertas abiertas.

1. Establecer una lista de prioridades que vayan desde el ideario del colegio, la cercanía al domicilio familiar, el factor económico, los idiomas o el modelo educativo.
   Público o concertado, en esta decisión pueden influir los factores económicos y también vuestros valores personales, la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación, exige pluralidad de caminos y modelos.
2. Modelo o proyecto educativo (pincha aquí para ver mapa de centros educativos con proyectos alternativos), la enseñanza concertada suelen ser centros religiosos y conviene saber el ideario.
   Bajo mi punto de vista hay dos tipos de colegios los que se basan en el reto (logros académicos, excelencia educativa, competitividad, esfuerzo) y los que se centran en el apoyo (los objetivos curriculares son importantes y también la educación emocional), la elección de un tipo u otro puede reforzar o completar la labor que hacemos en casa, pero siempre que no haya una disonancia que desoriente al niño.
3. Establecer lazos con el profesor para que sepa lo que queremos para nuestro hijo, cómo es la comunicación familia-escuela, frecuencia de las tutorías y modo de solicitarlas, así como la disponibilidad y facilidad al tutor y resto de profesores.
4. Metodología. Aquí estaría englobada una larga lista de cuestiones a tener en cuenta.
   ¿Cómo trabajan los niños? Por proyectos, por rincones, por fichas, por libros.
   ¿Cuál es la importancia que se da al aprendizaje significativo (contacto con la realidad) y experimental (contacto con materiales) o trabajo de mesa (clase magistral, trabajo de fichas, libros de texto, se usan las tecnologías?
   ¿Existen deberes? De ser así ¿cuál es la importancia, cantidad y obligatoriedad de ellos?
   ¿Cómo es el tipo de evaluación?
   ¿Cómo se trabaja la educación en valores y la resolución de conflictos? Hay refuerzos positivos y negativos (caritas o sillas de pensar)
   ¿Hay castigos o sanciones, castigos grupales, expulsiones?
   ¿Hay algún plan de prevención del acoso escolar? ¿Cuál es el protocolo que se sigue en caso de que se produzca?
   ¿Cómo se hace frente a la diversidad de aprendizaje, dificultades y altas capacidades?
5. Ubicación y características del centro. Coste y tiempo en el transporte, cercanía.
   Tamaño de las instalaciones, tamaño de los patios, entornos y limpieza.
   Comedor, cocina propia o catering, ¿comen juntos todas las edades, obligan a comer, cuantos cuidadores hay?
   Costes de los libros, uniformes, transporte, comedor, horario ampliado, actividades extraescolares.
   Ratio de alumnos, número de líneas, duración de los recreos.
   
   
   
6. Para los más pequeños
   ¿Cómo se trabajan los hábitos de autonomía, el desarrollo del lenguaje oral, la lectoescritura, la psicomotricidad y sensorialidad?
   ¿Cómo es el periodo de adaptación?
7. Cómo es la entrada y salida?
   ¿Cómo se enfoca el tema del control de esfínteres?, se llama a los padres, hay personas para estos casos, les cambian los profesores?
8. Por último y lo más importante cómo padres debemos preguntarnos
   ¿para qué educamos?
   ¿Cuál es nuestra línea educativa?
   ¿Qué quiero que suceda en los próximos años con mis hijos y cómo quiero que suceda? ¿Qué valores son importantes en nuestra familia y quiero transmitir a mis hijos?

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Confío haberos aportado ideas para facilitaros el tomar una decisión alineada con vuestros valores.

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