¿Qué pasa en el cerebro de un niño/a de tres a cinco años? | Educación Positiva - Relaciones en positivo
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¿Qué pasa en el cerebro de un niño/a de tres a cinco años? | Educación Positiva

cerebro del niño

¿Qué pasa en el cerebro de un niño/a de tres a cinco años? | Educación Positiva

¿Qué está pasando en el cerebro de un niño de esta edad? ¿Qué conocimientos puede ofrecer la neurociencia a los padres de un niño en esta etapa?

“No! No lo quiero! uaaaaa!” ¿Os suena este momento? Buenas noticias, papás y mamás. ¡no se inquieten! Los neurocientíficos no consideran las rabietas y gritos como prueba de que tu hijo es un “ malcriado”. Una explicación más precisa de la variedad de pataletas que lo afectan es que su cerebro -aún en pleno desarrollo- está abrumado por exigencias mentales. En otras palabras, son parte de su actual etapa cognitiva.

La materia gris de un niño o niña de tres a cinco años de edad es un rápido, dinámico, fluido, espontáneo, y asombroso “trabajo en progreso”, que es incluso un tanto irracional. No podemos pedirle a un niño en esta etapa que “piense” como un adulto maduro y, más aún, estaríamos atrasando el desarrollo de su inteligencia si los estresamos con expectativas poco realistas.

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Sumerjámonos en la cabeza de un niño de esa edad y veamos que está pasando biológicamente. . . Uf! Con calma! El proceso neurológico en un cerebro de tres a cinco años está doblemente más ocupado que el de un estudiante universitario y, posiblemente, tres veces más que el cerebro de un adulto. Un prescolar tiene 100 billones de células cerebrales (neuronas), con 77 % de ellas en la corteza cerebral, el territorio que posee y maneja el lenguaje, las matemáticas, la memoria, la atención y la solución de problemas complejos.
Las neuronas forman conexiones a través de sus dendritas -delgados brazos parecidos a los de un pulpo que se mueven para recibir información de, potencialmente, hasta 15,000 otras células-, y de sus axones -que transmiten información desde las neuronas a otras células-. Las conexiones entre las neuronas -llamadas sinapsis— eventualmente son un total de 1,000 trillón (esta estimación puede variar).

¿Cuál es el resultado de este masivo esfuerzo mental? Furiosos tornados de desconcertante información que atormenta e inunda el cerebro del niño en esa etapa. En el cerebro del niñ@ se rompen esquemas, las emociones son agobiantes, su llanto es desgarrante, los gritos explotan. Todos lloramos como un niñ@ cuando estamos así de abrumados. Sin embargo, aunque hemos olvidado nuestros propios colapsos, podemos ayudar a nuestros niños a sobrevivir y desarrollarse en ésta extraordinaria época de crecimiento cerebral.
¿Qué puedes hacer para potenciar su conexión cerebral?

Activa sus mentes.
Un cerebro humano joven es una jungla caótica de neuronas volviéndose “raras” todas juntas dentro de un complejo circuito de patrones. Las experiencias tempranas tienen una enorme influencia en sus cerebros, que en esa etapa son verdaderas “esponjas”, y también afectan fuertemente la manera en que ellos maduran. Al proporcionarles cada día actividades que despierten su curiosidad, los estarás ayudando a crear un caminos neuronales que incrementarán la eficiencia y capacidad de su aprendizaje. Exponer al niñ@ a una variedad de estímulos y permítirle interactuar en la práctica con objetos tridimensionales es clave. Cocinar, pintar con los dedos, construir con plastilina, instrumentos musicales e ir a festivales, zoológicos interactivos, museos, piscinas de mar, conciertos, y salidas a zonas naturales, son todas enriquecedoras experiencias sensoriales. Pero sin llegar a caer en la sobreestimulación.

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Sé amable y firme
Los niños necesitan sentirse seguros y confiados. Una investigación de la Universidad de Stanford indica que el stréss traumático y el miedo pueden liberar niveles tóxicos de la hormona cortisol, la que, puede destruir neuronas en el hipocampo, una región vinculada a la memoria de hechos y a la memoria episódica. Es posible minimizar el stress en un niñ@ entregándole una positiva, amorosa, sensible y motivadora retroalimentación. Mantén los sermones y las amenazas guardadas en un cajón, evita las peleas innecesarias y los gritos o cachetes en pro de su disciplina. Es clave también ser pacientes con situaciones cotidianas -como hacerse pipí en la cama-, ser empático con sus miedos a las pesadillas, a la oscuridad, y a las tormentas, y permíte al niño tener un objeto de seguridad, como un manto acogedor o un oso de peluche.

Hora de charlar.
Las horas en que un niñ@ asiste a la escuela infantil son un “horario prime” para el desarrollo auditivo del cerebro. Apoyar la habilidad auditiva y de habla del niño/a ayuda a construir un fuerte circuito neuronal para la absorción de más aprendizaje del lenguaje. Es ideal conversar, cantarles y leer para ellos con una voz que varíe de tono y ritmo, dándole énfasis a las palabras importantes (si apenas balbuceas o tu tono es monótono el niño se aburrirá y no se enfocará.) Trata de hacer preguntas abiertas que inicien el pensamiento, explica “cómo funcionan las cosas,” usa un alto nivel de vocabulario, y regularmente incluye a tu hijo/a en las conversaciones que puedan expandir su vocabulario. Protege la audición de tu hijo/a tratando las infecciones de oído inmediatamente, y motívala/o a usar “sus palabras” en vez de enrabietarse. La escuela infantil es también un período ideal para presentarles una segunda lengua desde jóvenes, ya que “la plasticidad” de sus cerebros en esa etapa permite absorbe el lenguaje rápidamente.

Habilidades sociales.
Anímalo a jugar en torno a sus fantasías y su creatividad con sus amigos -los juegos de rol desarrollan la zona verbal del cerebro y mejoran las habilidades sociales vinculadas a la comunicación, al compartir y a la resolución de conflictos. Permite a tu hijo/a tener “amigos imaginarios” por la misma razón, pero recuerda, los niños en esta etapa tienen dificultades separando la realidad y la ficción asi que no los llames “mentirosos” si insisten en que sus historias son reales.

La concentración.
Un niño de tres a cinco años de edad puede poner atención por cinco a diez minutos en el mejor de los casos. Exigirle concentración prolongada en alguna tarea puede frustrarlos a ambos, pero es posible ayudar al niño a mejorar su memoria de corto plazo a través de juegos y actividades que demanden control de atención. Recomendados son las damas, los puzzles apropiados a su edad y el “memorice”, ese juego de cartas con figuras que se dan vuelta boca abajo y se van descubriendo una a la vez para formar pares. Es recomendable elogiar al niño por el duro trabajo que realiza en estas tareas, y modela su auto control con tu propio comportamiento.

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Cuando el niño cumple cuatro años, muchos circuitos de la corteza de su cerebro asociados a la matemática y a la lógica estarán formados. Para desarrollarlos, motiva a tu hija/o a comparar, coleccionar, etiquetar objetos y eventos en el mundo que despierten su curiosidad. Realiza juegos de conteo, y enséñale métodos de clasificación, como grande/pequeño, largo/corto, formas, colores, tamaño, peso y temperatura.

La alimentación adecuada.
Para un crecimiento cerebral óptimo, alimenta a tu hijo/a de manera equilibrada, con una variedad de nutrientes vegetales, fruta, cereales, lácteos, y carne. La comida perfecta para el cerebro incluye yemas de huevos, carne rica en grasas y soja, la cual contiene colina, el “ladrillo” necesario para construir el neurotransmisor acetilcolina, que es crucial para la memoria.
También es crucial limitar su consumo de dulces, galletas, jugos de fruta, y azúcares, y comida basura que sólo son “calorías vacías” y no una nutrición esencial. Un estudio reciente de la Universidad de Bristol indicó que los niños pequeños que comen comida basura desarrollan un CI (coeficiente intelectual) hasta cinco puntos más abajo que aquellos que se alimentan sanamente, porque consumen vitaminas y minerales insuficientes para un crecimiento cerebral óptimo. Es importante aprender constantemente sobre una buena alimentación para el cerebro de tu hijo/a.

¡Ejercicio!
Idealmente, los niños pequeños deben tener al menos 30 minutos diarios para correr y jugar al aire libre. John Ratey MD, autor de “Spark”, le llama al ejercicio “el milagro que hace crecer al cerebro”, porque eleva los neurotransmisores y estimula el crecimiento neuronal. Balancearse, jugar en columpios o con equipos que les permitan girar resulta muy efectivo para estimular diferentes partes de su cerebro al mismo tiempo, para construir nuevos caminos neuronales y aumentar el potencial de aprendizaje, conciencia espacial y ritmo. Deportes completos para el cuerpo como la natación, el yoga, la gimnasia y la danza son valiosos ejercicios para el cerebro.

Poca televisión
Un artículo publicado en el periódico “Pediatría” de la Universidad de Washington concluyó que “la exposición temprana a la televisión está asociada a problemas atencionales [. . .] esfuerzos por limitar las horas frente a la televisión durante la infancia temprana debieran estar garantizados”. Los resultados perjudiciales pueden ser hiperactividad y tiempos de atención acortados. Evita esto limitando la televisión a una hora diaria, y trata de no inscribirlos en escuelas infantiles que pongan a los niños frente a la pantalla. Programas de calidad pueden ser encontrados en el canal National Geographic, Discovery Channel, y muchos videos cortos, de fácil “absorción” están disponibles en YouTube.

Fuente: «Los cerebros más brillantes: 225 maneras de elevar o dañar la inteligencia” de Hank Pellissier.

 

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Firma

Carmen Fernández Rivas
 
Educadora Certificada en Disciplina Positiva para Padres y en el Aula (CPDPE) & (CPDCE) por la Positive Discipline Association EE.UU.
Positive Discipline Association
 
 

 
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